El amor, un clásico.

El amor ha pasado a ser un clásico, la sociedad confunde "pillarse" con gustarse y a la vez este con enamorarse. En mi opinión a una persona le pueden gustar diferentes personas, de ahí sale el tradicional término de prototipo. Es dificil pensar lo que estamos perdiendo ahora mismo, un valor tan importante como este porque recapacitemos, si unos jóvenes no quieren vivir una parte de su vida juntos, cuando sean mayores y tengan muchas más manías es improbable que si deseen estar juntos...

Es una pena, pero al fin y al cabo es el mundo que nos ha tocado vivir, los enamorados pasamos a ser vistos como clásicos y tradicionales mientras ellos se autovaloran como "modernos" o "guays".

Así es la vida, mientras unos vemos mal algo pero lo respetamos, los demás suelen faltar el respeto. 

Una sociedad insociable.

La vida es poco generosa, hay mucha gente que no sufre de una enfermedad tan importante como es la empatía. Algunos no se preocupan porque lo que un día ven lo pueden sufrir, esa misma gente que suele ver lo que eran amigos como problemas, aquellos que son como en la antigüedad con la lepra pero ahora en temas económicos, el tópico "no nos acerquemos por si se nos pega". Que pena que haya gente así, que haya personas que tengan asco o miedo a ayudar, personas que quizás un día pasen a ser esa causa del asco, ese problema. Es tan ridículo el mundo en el que vivimos, que provoca que no nos podamos sorprender por nada de lo que vemos, que la gente se conforme con lo que tiene, que perdamos hasta el concepto de sociedad.

No todo es gracioso pero todo tiene su gracia.

La vida suele tener siempre dos visiones, en cada momento siempre tenemos dos polos, dos puntos de vista diferentes y aunque a veces uno de ellos nos resulta exagerado siempre hay alguien que se sitúa desde ese lado. Yo en la vida he elegido coger el lado humorístico de todo, el saber sacar una risa en un momento alegre es fácil, la situación ayuda a ello, casi que el único esfuerzo es continuar ese estado de ánimo; pero que me dices de los momentos duros. En esos momentos es mentira el tópico que para hacer una broma debes conocer a la otra persona, entonces no habría humoristas, sólo se contarían chistes en familia y los payasos sólo producirían miedo. Ese miedo al que te enfrentarás cuando hagas una gracia porque darás con gente en la vida que no se lo toman como tu deseabas pero seguro que hay muchos que desearán escucharte otra vez y al final triunfa el que lo intenta, el que hace algo grande, el que se ríe del mundo antes de que el mundo empiece a llorar.

Una burbuja de sueños y deseos.

Miramos a la derecha y a la izquierda, alante y atrás, arriba y abajo pero pocas veces a nosotros mismos. Vivimos en una constante burbuja de sueños y deseos, de ilusiones, y eso permite que no nos demos cuenta que vivimos esperando, esperando a que pase algo... Cuando nos damos cuenta, hemos perdido una parte de nosotros, ese ojalá llegue mañana sin darte cuenta que perdiste el ayer. Es difícil asimilar de que para cumplir tus sueños tienes que hacer que cada día sea una parte de ese sueño, porque hay que ser objetivos, todos sabemos que nadie va a venir a casa o que alguien va a salir de una lámpara y nos va a conceder ese placer de elegir lo que queramos. Sólo nos queda asentar la cabeza y no arrepentirnos por no llegar a ser lo que queríamos, sino pensar en como a través de lo que tenemos a la derecha e izquierda, alante o atrás, arriba y abajo podemos conseguir nuestro sueño.

Tímidas lágrimas.

Pensemos cuantas veces lloramos en la vida. Si lo analizamos lloramos por una gran variedad de causas como por ejemplo de la risa, de dolor, por orgullo y también por empatía, pero ninguna de esas es negativa, en todas ellas estamos liberando energía positiva o negativa. Sólo hay un motivo negativo en el lloro, cuando lo hacemos por algo de lo cual no nos atrevemos a transmitir, a comentar, por eso que nos queremos quedar nosotros mismos y aquello que al fin y al cabo nos define, porque todo el mundo guarda un secreto, aquel momento, persona, canción o frase que nos representa, aquello por lo cual siempre tendremos una razón por la cual llorar en la vida.